Ulahy Beltrán López, Médico Cirujano, Especialista en Gerencia de Servicios de Salud y Especialista en Seguridad Social Latinoamericana
Hace pocas semanas se hizo público el Informe sobre el Índice Global de Brecha de Género 2021 elaborado por el Foro Económico Mundial - FEM, (Global Gender Gap Report 2021 – WEF), en el que se compara la evolución a lo largo del tiempo de las brechas de género en 156 países analizando 4 dimensiones claves: 1. Oportunidad y Participación Económica, 2. Logro Educativo, 3. Salud y Supervivencia, y 4. Empoderamiento Político.
El Índice Global de Brecha de Género mide el puntaje en una escala de 0 a 100 y los puntajes resultantes se pueden interpretar como la distancia para conseguir la paridad de género, es decir, el porcentaje de cierre de la brecha de género.
La primera gran conclusión resultante del precitado Informe es que por lo menos será necesaria otra generación de mujeres para que se pueda alcanzar la paridad de género por parte de ellas. Un factor que ha tenido alto impacto en esta situación es lo ocurrido con la pandemia por COVID-19, que según los analistas del FEM, ha llevado a que el pretendido cierre de la brecha de género en el mundo haya aumentado en una generación de 99,5 años a 135,6 años.
Precisamente, con respecto al tema de la pandemia, el Informe señala que tanto la emergencia sanitaria como el impacto económico global que ella trajo, afectaron principalmente a las mujeres, lo que hizo que se reabrieran parcialmente brechas que ya se habían cerrado.
En la primera dimensión analizada por los investigadores, (Oportunidad y Participación Económica), la brecha de género existente es la segunda más grande de las cuatro dimensiones rastreadas en el Informe. En números, esa brecha se ha cerrado en un 58% y aunque ha habido en este ítem una mejora marginal desde la última medición previa a ésta, según el reporte del FEM, se calcula que su cierre definitivo tardará aún 267,6 años más.
En el momento actual de la fase de mitigación de la pandemia, los expertos estiman que aumentaron las brechas de género en participación laboral desde el inicio de la emergencia sanitaria y que a nivel mundial, la brecha de género es realmente entre un 1% y un 4% más amplia de lo que se informa, de acuerdo con los datos preliminares derivados de proyecciones sin tener todavía definidos los impactos reales y completos en la economía como consecuencia de la pandemia.
Con referencia al segundo punto valoración y evaluación (Logro Educativo), la brecha de género está casi cerrada, evidenciándose según el FEM el cierre del 95% a nivel mundial, habiéndose ya conseguido la paridad en 37 países de los 156 analizados. Sin embargo, la parte final en la búsqueda de este cierre definitivo, que en el Informe lo llaman “la última milla”, avanza lentamente y por eso se estima que se requerirán otros 14,2 años para cerrar por completo esta brecha.
En el tercer parámetro evaluado (Salud y Superviviencia), se informa que hay un cierre de la brecha de género del 96%, sin definirse aún el tiempo que se espera demandará ese cierre definitivo.
Y con respecto a la cuarta dimensión evaluada (Empoderamiento Político), los resultados de la investigación muestran que sigue siendo la que tiene la brecha de género más grande, habiéndose cerrado solo un 22% hasta la fecha con inclusive un aumento de 2,4 puntos desde la última medición antes de la del 2020. Por ejemplo, de los 156 países que hicieron parte del análisis del Informe, las mujeres representan solo el 26,1% de cerca de 35.500 escaños parlamentarios y ocupan la dirección del 22,6% de los más de 3.400 ministerios en todo el mundo.
Otro resultado que confirma que esta última dimensión mantiene la brecha más grande es el hecho que por ejemplo en 81 países de los 156 analizados, nunca una mujer se ha desempeñado como jefa de estado, por lo menos al corte del 15 de enero de 2021. Por esas razones, entre otras, el FEM calcula que se van a requerir 145,5 años para poder lograr la paridad de género en la participación política.
El análisis cruzado de los resultados en las cuatro dimensiones aquí mencionadas, indica que si bien tanto para la educación como para la salud hay mayor progreso que en el cierre de la brecha de género observada en la economía y la política, esta pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2 que aún no termina, generará importantes implicaciones a futuro en el avance del cierre de la brecha en cada uno de estos ámbitos, pero también de manera específica en temas como la calidad según los ingresos, la geografía, la raza y el origen técnico.
Dejando un poco de lado el difícil presente y aún sombrío futuro que tienen las mujeres en su búsqueda del cierre de la brecha de género que hoy existe y se vislumbra aún para varias generaciones en el mundo, existe otro tema de igual connotación que merece especial atención en Colombia.
De acuerdo con un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos – OCDE, anuncia que Colombia es uno de los países más desiguales en estos tópicos de América Latina y resalta que el tema es tan grave que la pobreza en este país se perpetuará aún por más de 10 generaciones.
Aunque el informe para febrero de 2022 de la OCDE revela que existen aspectos positivos que muestran reactivación económica tras el descalabro mundial generado por la pandemia por COVID-19, ese reporte también indica que el panorama económico en Colombia, visto desde la óptica de esta Organización, no resulta prometedor para las familias colombianas pobres, porque su pobreza actual será heredada y la padecerán de manera constante aún por sus tataranietos. En otras palabras, la escasez de recursos que hoy tienen las familias pobres en Colombia, según la OCDE, continuarán con ellas por 10 generaciones más.
Ante esa foto nada agradable, Jerns Arnold, quien funge como economista principal de la OCDE en Colombia, manifestó profunda preocupación frente al hecho que este país tenga “uno de los niveles de pobreza, desigualdad de ingresos e informalidad del mercado laboral más elevados de América Latina, lo que también afecta a las futuras a las futuras generaciones”.
De igual forma, impacta mucho que este tipo de estadística venga siendo una constante desde el año 2018, lo que indica que en estos 4 años en Colombia se venga señalando que la pobreza de sus familias se hereda hasta por 11 generaciones, siendo mayor a la realidad países como Brasil (9), Argentina y Chile (6).
Frente al tema laboral, la OCDE resalta que en este país el 60% de los trabajadores “están en una situación de informalidad laboral, la cual los excluye del acceso a la seguridad social y reduce la productividad y los ingresos tributarios y que la mitad de la población de 65 años no recibe ningún tipo de pensión”. Así mismo, informa que “la deserción escolar aumentó especialmente en menores que pertenecen a entornos socioeconómicamente desfavorecidos”.
En síntesis, ambos informes, tanto el del FEM como el de la OCDE pronostican escenarios sombríos: el primero establece que en el mundo se van a requerir aún muchísimos años para que las mujeres logren cerrar las brechas de género en las cuatro dimensiones analizadas, mientras que el segundo establece que las familias colombianas pobres seguirán siéndolo por 11 generaciones más en este país. Así las cosas, ambos panoramas, tanto el mundial como el colombiano, obligan a una inmediata reflexión por parte de quienes en los diferentes países en el mundo y de manera especial en Colombia, tienen la responsabilidad de generar el direccionamiento, el desarrollo y la ejecución de las políticas públicas.
Mientras no se prioricen priorizar, por un lado, políticas en el mundo más efectivas y necesarias que cierren cuanto antes las aun persistentes brechas de género y por otro, políticas públicas que rompan la cadena generacional que en Colombia hoy tienen en frente las familias pobres de este país, tanto las mujeres del mundo como las familias colombianas en esa condición, parecerían estar “Condenadas y sin salida” de sus actuales condiciones.