En voz alta
Lunes, 15 de febrero de 2021, a las 19:03
* Ulahy Beltrán López, Médico Cirujano, Especialista en Gerencia de Servicios de Salud y Especialista en Seguridad Social Latinoamericana.
Hasta el pasado viernes 12 de febrero, según lo informado por Our World in Data, Chile con 8,11 por ciento ocupaba el segundo puesto en el porcentaje de población total vacunada en las Américas, siendo solo superada por los Estados Unidos (10,38%) y se ubicaba por encima de Canadá (3,14 por ciento) y Brasil (2,04 por ciento)
El ritmo que tiene Chile con una media superior a 180.000 vacunados al día, permite inferir que conseguirá a finales de marzo la meta de 5 millones de vacunados, así como el objetivo final de terminar el mes de julio de este año con 15 millones de personas inmunizadas contra el coronavirus, de un total de 18 millones de habitantes. Inclusive, Our World in Data informa que actualmente este país suramericano supera a países como el gigante asiático China y el mismo Brasil en proporción a 100 habitantes según la cantidad de vacunados diarios.
¿Por qué Chile ha alcanzado ese ritmo de vacunación que lo ha llevado a constituirse en pocos días en un modelo a seguir por su exitoso plan de vacunación contra el coronavirus Covid-19, así como la nación con mayor porcentaje de su población vacunada en la región? ¿Por qué que países como Alemania lo ha denominado “el campéon de la vacunación” (“Chile - der Impf-Champion aus Lateinamerika”) a tal punto que la JP Morgan anunciara la semana que acaba de concluir que si Chile mantiene este ritmo en su vacunación, será el primer país emergente en lograr la inmunidad a fines de 2021 (JP Morgan: Chile sería el primer país emergente en lograr la inmunidad en su población)?
Luis Felipe López-Calva, economista mexicano y director regional del PNUD para América Latina y el Caribe, opina que para que una campaña de vacunación sea exitosa, como la que ha tenido lugar en Chile, hay tres factores importantes a tener en cuenta: primero, tener los recursos financieros para adquirir las vacunas mediante negociaciones oportunas y a buen precio; segundo, tener una buena estrategia para hacer la distribución de las vacunas, y, después tener la capacidad institucional y la estructura gubernamental para implementarla.
En el caso específico de Chile, en los días más difíciles de la pandemia, las autoridades sanitarias de este país dispusieron una tarea a dos bandos, por una parte la estrategia de salud pública y médico-asistencial de controlar y tratar el avance del virus y sus consecuencias en la salud de la población, y por otra, la de la diplomacia sanitario-financiera para negociar con las farmacéuticas los acuerdos para conseguir las vacunas.
Esta última estrategia fue fundamental para para lograr acuerdos urgentes y ciertos, habiéndose realizado varios encuentros, primero virtuales y luego con viajes que incluyeron a la ciudad de Abu Dabi, en los Emiratos Árabes, principal centro de operaciones de Pfizer y BioNTech. Allí se establecieron cláusulas de confidencialidad y “cartas de intenciones” para fijar ensayos clínicos en Chile a cambio de “condiciones especiales” que garantizaran un considerable número de dosis, inmediatas y a un bajo precio.
De manera simultánea, la estrategia sanitario-financiera acercó a las autoridades chilenas con otro importante fabricante mundial de vacuna contra el coronavirus cuando a finales de julio de 2020, la Universidad Católica de Chile (UC) y el Instituto Milenio firmaron un convenio de ensayos clínicos con Sinovac. Este fue el primer contacto con la empresa fabricante de CoronaVac para que se iniciaran los ensayos clínicos al mes de noviembre del mismo año.
Este acercamiento con Sinovac fue crucial para que el Gobierno chileno lograra un importante beneficio al reducir el costo final de la vacuna que en otros países se vende a 14 dólares por dosis. Lo anterior le aseguró a Chile acordar la disposición de 10 millones de dosis en una primera etapa y, además, reservar una segunda “opción de compra” por otras 10 millones de dosis.
La diplomacia sanitario-financiera se complementó en agosto del 2020 cuando se formalizó la colaboración logística de las aerolíneas Latam y MartinAir, cuya presencia fue especialmente importante para sellar los acuerdos.
El 20 de enero de 2021, fue aprobado también el uso “excepcional” de la CoronaVac de Sinovac por el Instituto de Salud Pública (ISP) y luego se aprobó su administración en adultos mayores. El 28 de enero se recibió el avión con el primer cargamento con 1,9 millones de dosis, y el 31 de enero se anunció el aterrizaje de otro avión con un segundo cargamento con otras 1,9 millones de dosis, adelantando que se espera contar con 10 millones de esta vacuna en el corto plazo, tal como quedó establecido en los contratos firmados entre la farmacéutica y el gobierno chileno.
Obviamente, tal como opinan los expertos en salud pública, todos estos logros de establecer acuerdos con los fabricantes de la vacuna de manera oportuna y anticipada, además con un buen precio negociado para compra de los biológicos, se ha complementado con un factor muy importante que es la muy buena experiencia que en materia de programas de inmunización posee este país.
Con todos esos antecedentes positivos y circunstancias favorables, el plan de vacunación en ese país del sur del continente ha conseguido hasta el momento administrar dos dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech a unas 50.000 personas, en su mayoría personal sanitario que comenzó a vacunarse el 24 de diciembre, cuando llegaron las primeras vacunas a Chile. Asimismo, más de 1,8 millones han recibido al menos su primera dosis, la mitad son mayores de 71 años.
Es interesante como las autoridades de ese país rectificaron el plan inicial de inmunización publicado por el Ministerio de Salud y anunciaron la semana pasada este miércoles que para garantizar que toda la población chilena tuviera acceso a las vacunas que se han adquirido, no vacunarán contra el coronavirus a los extranjeros que no sean residentes en el país, con el objetivo de evitar el denominado "turismo de vacunación", de tal modo que para poder acceder a la inmunización, se necesita tener la nacionalidad chilena, permanencia o residencia en el país, o en su defecto, una solicitud de visa en trámite ingresada, (Chile no vacunará a los extranjeros no residentes para evitar “turismo de vacunación”).
Así las cosas, Chile observó una pluralidad de proveedores de la vacuna, teniendo en cuenta que una vacuna no debería ser “juzgada como mala solamente por su procedencia, sino por la evidencia científica que tenga detrás, por ello, de ser necesario incluiría a la vacuna rusa Sputnik V entre ese portafolio de esperanzas para poder terminar con “la pesadilla” que en estos momentos le ha significado a ese país casi 24.000 fallecidos por COVID-19, que si se calcula esta cifra por millón de habitantes esto tiene un gran impacto poblacional para un país de una población bastante pequeña.
En resumen, el gobierno de Chile ha comprometido cerca de 300 millones de dólares en vacunas con diferentes laboratorios del mundo. Cerró acuerdos para comprar cerca de 36 millones de dosis con Pfizer, Sinovac, Johnson & Johnson y AstraZeneca y mantiene el firme objetivo final de terminar el mes de julio de este año con 15 millones de personas inmunizadas contra el coronavirus, de un total de 18 millones de habitantes.
Es claro que en términos de alistamiento, planeación, estrategia de contención de la pandemia, compra, logística, distribución en las regiones, acopio y aplicación de las vacunas para lograr la inmunidad de sus habitantes, este país austral para nada resultó ser un “paquete chileno” sino un ejemplo de modelo a seguir por su exitoso plan de vacunación contra el coronavirus Covid-19.
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