Ulahy Beltrán López, Médico Cirujano, Especialista en Gerencia de Servicios de Salud y Especialista en Seguridad Social Latinoamericana
Hace solo un par de semanas en este espacio editorial me permití abordar la problemática reportada por la Encuesta Nacional de Situación Nutricional, cuyas cifras demuestran que en Colombia se encuentran en desnutrición crónica más de 500 mil cuyas edades no superan los cinco años, además de otra preocupante información, la del Instituto Nacional de Salud (INS), que en uno de sus más recientes boletines epidemiológicos concluyó que 15.800 menores de cinco años presentaron desnutrición aguda en el año 2021 y que se complementa con lo que el grupo “Niñez ya” informó que en Colombia en el 30% de los hogares donde hay niños, no se consumen las tres comidas al día.
Sin embargo, en este mes de marzo, a propósito del recientemente celebrado Día Mundial de la Obesidad, la plataforma “la Verdad de su Peso” reveló que en Colombia más de la mitad de la población padece otro problema igualmente grave como los antes descritos en la población infantil. Según el informe dado a conocer por esta plataforma, el 56,6% de la población en Colombia vive con un exceso de peso, con todas las implicaciones y los problemas que el sobrepeso y la obesidad pueden ocasionar en la salud de las personas, además del impacto económico que generan para las finanzas del país.
Frente a eso existe un concepto totalmente errado que debe erradicarse del imaginario de la gente al pensar que la obesidad no es vista como una enfermedad sino que la relacionan más con un tema estético. De ahí que muchas personas minimicen el sobrepeso y la obesidad como factores de riesgo que amenazan la buena salud, lo que conlleva a que cada vez más personas en el país y en el mundo en general presenten sobrepeso y la enfermedad de la obesidad.
La situación es de tal tamaño que en el mundo más de 800 millones de personas la padecen y cada año, según los reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 2,8 millones de personas fallecen por esta causa, lo que la constituye en un auténtico problema de salud pública mundial.
Esa misma Encuesta Nacional de Situación Nutricional en Colombia que informó el gravísimo problema de desnutrición crónica de más de 500 mil niños colombianos (léase hambre físico), en su versión realizada en el 2015 reportó que el 37,8% de los colombianos presentaba sobrepeso y el 18,7% vivía con obesidad.
Ahora bien, en Colombia está claramente identificada la dimensión del problema, no solo en lo relacionado con la afectación de la salud de las personas con exceso de peso y obesidad y el riesgo de muerte de ellas por esas circunstancias, sino lo que le representa al país como gasto en salud la atención de estas personas. Es así que en una publicación generada por la Asociación Colombiana de Endocrinología, denominada “Guía de Recomendaciones para el manejo de la Obesidad / Carga económica del sobrepeso y la obesidad en Colombia”, realizada desde la perspectiva epidemiológica, demuestra dos grandes y preocupantes verdades: en el país más de 1,8 millones de personas ya están padeciendo las consecuencias en su salud a causa del sobrepeso y la obesidad, pues están sufriendo los embates de la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión arterial y algunos tipos de cáncer, entre otras enfermedades; pero además, que el gasto anual para Colombia por la atención de la obesidad y sus comorbilidades generadas, es de $5,7 billones, que equivale según algunos, a un porcentaje que oscila entre el 15% y el 20% de los recursos de la salud anuales para el país.
Ambas cifras, los más 1,8 millones de enfermos por patología derivadas del exceso de peso y la obesidad, así como los $5,7 billones anuales que se gasta el país en la atención en salud de esas personas, deben ser motivo de consideración inmediata como prioridad en la salud pública de Colombia por parte de quien llegue a ocupar en pocos meses la Presidencia de la República.
Pero también esta realidad, que es tan grave como el hambre que actualmente están sufriendo medio millón de niños colombianos, debe ser abordada por el legislativo recientemente elegido, por si finalmente en la actual legislatura no resulta la aprobación del proyecto de ley que se tramita en el Congreso de la República para el manejo integral del sobrepeso y la obesidad, que justamente define las acciones que se requieren para controlar la problemática de manera integral con la participación de todos los actores.
Dicho proyecto, que innegablemente resulta ser una iniciativa interesante para el beneficio de los colombianos, entre otros objetivos tiene lograr que los niños puedan recibir información desde el enfoque preventivo-educativo, sobre el aporte nutricional de los alimentos, la actividad física y entornos saludables; así se estaría impactando positivamente la protección de la población desde la infancia para conseguir reducir las actuales cifras de sobrepeso y obesidad en Colombia.
Ese avance normativo deberá formalizar la adopción de una política pública coherente con las 3 líneas de acción que los expertos sugieren para combatir este problema de salud pública, que incluyen manejo integral, prevención y educación. De lo contrario en Colombia seguirá aumentando tanto el número de enfermos por la obesidad y las comorbilidades que la acompañan como el número de personas que fallecen cada año por estas mismas causas y el gasto en salud superará cada año los casi $6 billones que hoy se gasta el país en la atención de estas personas.
En ese orden de ideas, tanto el ejecutivo como el legislativo deben priorizar la búsqueda efectiva de una solución para esta problemática ante el evidente desacierto que al respecto ha tenido hasta ahora la política pública que se ha venido adelantando con poco o ningún impacto positivo en la salud de los colombianos, de lo contrario el país seguirá enfrentando “un problema bien gordo y serio”, además de muy grave, con las conocidas consecuencias en todos los sentidos.