IMPACTO SIN PRECEDENTES
Estudio revela caída de 1.6 años en esperanza de vida a nivel mundial a causa de la COVID-19
Esta dinámica ha planteado desafíos sociales, económicos y políticos sin precedentes
Es importante abordar las disparidades en salud entre diferentes regiones del mundo.
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Redacción. Bogotá
El virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19, ha tenido un
impacto considerable en la esperanza de vida global, según revela un estudio publicado recientemente en la prestigiosa revista médica The Lancet.
De acuerdo con la investigación llevada a cabo por un equipo multidisciplinario de expertos del Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud (IHME), con sede en Estados Unidos, la esperanza de vida promedio a nivel mundial
se ha reducido en 1.6 años durante los dos primeros años de la pandemia.
Este descenso representa una reversión significativa en la
tendencia ascendente de la esperanza de vida que se había mantenido durante décadas a nivel global. Los resultados del estudio reflejan el análisis de datos provenientes de diversas fuentes en todo el mundo.
Al respecto,
Austin Schumacher, investigador del IHME y autor principal del estudio, ha destacado que la pandemia de COVID-19 tuvo un
impacto sin precedentes en la salud pública mundial, superando incluso eventos de magnitud similar ocurridos en las últimas cinco décadas, como conflictos armados y desastres naturales.
Durante el periodo comprendido entre 2020 y 2021,
la esperanza de vida experimentó un descenso en el 84 por ciento de los 204 países y territorios analizados, subrayando así las consecuencias devastadoras potenciales de la emergencia sanitaria. Además, los investigadores observaron un incremento del 22 por ciento en la tasa de mortalidad entre hombres y del 17 por ciento entre mujeres mayores de 15 años durante este mismo periodo.
El estudio ha identificado que ciertos países, como México, Perú y Bolivia, donde la caída en la esperanza de vida fue particularmente pronunciada, evidenciando la
disparidad en los efectos de la pandemia a nivel global.
A pesar de estas cifras alarmantes, el estudio también ha revelado algunos aspectos positivos. Por ejemplo, se registró una
reducción significativa en la mortalidad infantil, con medio millón menos de fallecimientos de niños menores de cinco años en 2021 en comparación con 2019, lo que indica una tendencia a la baja a largo plazo en este indicador.
Por su parte,
Hmwe Hmwe Kyu, investigador del IHME, ha enfatizado a este progreso como un logro notable, subrayando la importancia de centrarse en la
prevención de futuras pandemias y en abordar las disparidades en salud entre diferentes regiones del mundo.
A pesar de los retrocesos ocasionados por la pandemia, es importante destacar que la esperanza de vida sigue siendo considerablemente más alta que en décadas anteriores. Desde 1950 hasta 2021, la esperanza de vida promedio al nacer aumentó en 23 años, pasando de 49 a 72 años, según los hallazgos del estudio.
En cuanto al impacto directo del COVID-19 en la mortalidad, se estima que
el virus fue responsable de 15.9 millones de muertes en exceso durante el periodo 2020-2021, ya sea como causa directa o indirecta. Este número supera en un millón las estimaciones previas realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El estudio también ha evidenciado diferencias significativas en la tasa de muertes en exceso entre distintos países, con naciones como Barbados, Nueva Zelanda y Antigua y Barbuda mostrando una menor incidencia, lo que
sugiere variaciones en la gestión y respuesta a la pandemia a nivel internacional.
Además, los investigadores han observado un cambio demográfico importante, con poblaciones de países más desarrollados y envejecidos experimentando un declive, mientras que en naciones menos desarrolladas continúa el crecimiento poblacional.
Esta dinámica ha planteado
desafíos sociales, económicos y políticos sin precedentes, como la escasez de mano de obra en áreas con poblaciones envejecidas y la presión sobre los recursos en regiones con un rápido crecimiento poblacional.
Ante esta situación, Schumacher ha remarcado la
necesidad de una cooperación global en términos de migración voluntaria para abordar estos desafíos demográficos y de salud pública a nivel mundial.