Edición Médica

Jordi Miró, director de la Cátedra de Dolor Infantil de la Universitat Rovira i Virgili (URV).

Karen Juliete Rojas Gaitán. Bogotá
El dolor crónico es una enfermedad que, según han indicado varios estudios, afecta a alrededor del 30 por ciento de la población entre 8 y 16 años.  Además, la falta de formación en el manejo del dolor es uno de los principales factores que interfieren en el tratamiento de esta enfermedad.


El dolor crónico es una experiencia personal y subjetiva, comúnmente invisible para quien no la padece. En entrevista con EDICIÓN MÉDICA, Jordi Miró, director de la Cátedra de Dolor Infantil de la Universitat Rovira i Virgili (URV), ha recalcado que “esto se acentúa, particularmente, en el caso de niños y adolescentes, quienes suelen ser más incomprendidos y peor tratados que los adultos”.
 
“Pese a que el dolor crónico infanto-juvenil afecta a alrededor del 30 por ciento de la población, la sociedad tiende a creer que ellos no experimentan dolor o que su impacto es menor que en los adultos, llevándonos a desestimar su sentir”, ha agregado Miró.
 
Asimismo, el director ha manifestado que “esto puede influir en su cronificación, y dificultad de tratar. La situación en Latinoamérica es similar a la de otras regiones en la que los pacientes se enfrentan a barreras como la minimización del dolor por parte de los padres o cuidadores, así como de los propios especialistas”.
 
Miró ha recalcado que la prevalencia del dolor crónico infanto-juvenil está aumentando y no es un problema exclusivo de un país o un continente. “La falta de investigación e insuficiente formación médica, son dos de los principales factores que interfieren en el tratamiento de esta población”, ha señalado.
 
La Federación Latinoamericana de Asociaciones para el Estudio del Dolor (Fedelat), en representación de las 20 asociaciones que la conforman; la Sociedad Española del Dolor (SED); entre otras), han firmado la Declaración de Lima sobre el Dolor Infantil, en la que se comprometen a visibilizar la enfermedad.
 
Cabe mencionar que otro de los compromisos de los organismos se ha enfocado en mejorar la formación especializada y desarrollar tratamientos específicos, para contribuir a disminuir las barreras que hoy enfrentan los pacientes.
 
“La Declaración de Lima nos permite llamar la atención de todos los actores de la región iberoamericana para tomar al dolor infanto-juvenil como un problema relevante. Esperamos que esta sea una herramienta que impulse acciones en favor del bienestar de los niños, y que su sentir y sufrimiento deje de ser invisibilizado”, ha puntualizado Miró.

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