Nuevo linaje recombinante de COVID-19 en la mira de la OMS por su nivel de transmisibilidad
De acuerdo con el reciente informe, la nueva cepa XE suma la combinación de Ómicron original y el sublinaje BA.2
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director General de la OMS.
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Redacción. Bogotá
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado sobre la detección
de una nueva variante de COVID-19 que podría situarse como la más contagiosa hasta el momento. Esta ha sido denominada XE, y sería el resultado de la combinación entre la variante original de Ómicron (BA.1) y el sublinaje BA.2.
Esta “ómicron silenciosa”, de acuerdo con lo evidenciado por la OMS
ha sido detectada mediante el estudio de las nuevas variantes que continúa pese al descenso de contagios y de la presión hospitalaria. Al momento se registran tres nuevas mutaciones, denominadas XD y XF, junto a la ya nombrada XE, la cual sería la que más preocupa a las autoridades sanitarias.
Referente a la variante XE,
se habría detectado por primera vez en el Reino Unido el 19 de enero, con más de 600 secuencias identificadas, según ha destacado en el informe del pasado 29 de marzo la OMS.
La OMS ha recalcado que, las primeras estimaciones sobre la variante XE indican una ventaja en la tasa de crecimiento de la comunidad de un 10 por ciento en comparación con BA.2, sin embargo,
este hallazgo requiere confirmación adicional.
De ese modo, los nuevos hallazgos
han estipulado que la variante XE pertenece por ahora a la variante Omicron hasta se pueden informar diferencias significativas en la transmisión y las características de la enfermedad, incluida la gravedad. En este punto cabe destacar que las tres nuevas cepas presentan una propagación más rápida, por su vinculación con las variantes BA.1 y BA.2, las cuales ya han demostrado su mayor virulencia.
Finalmente, la OMS ha resaltado que el estudio de
la propagación de la COVID-19 se viene complicando en las últimas semanas debido al menor número de pruebas que se llevan a cabo por parte de los estados miembros. Una situación que se traduce en que los datos sean “menos significativos” y “menos sólidos”, siendo clave la investigación para estimar la posibilidad de entrar en una nueva fase de la pandemia.